Cuando nos sentamos en la práctica de Zazen, empezamos por buscar un equilibrio muy estable, proporcionado por el triángulo que forman el asiento y las 2 rodillas; es por ello que las rodillas no deberían estar juntas. A partir de ahí construiremos la postura, con la tranquilidad de hacerlo con unos cimientos muy sólidos.
Este triángulo también lo podemos conseguir con «bancos de meditación». Solo puedo atreverme a hacer esta recomendación, a aquellas personas que como yo, tengan dificultades físicas que le impidan la postura del Budha.
Durante años intenté a base de dolor y mucha perseverancia, sentarme en el Zafu en las posturas recomendadas. Durante mucho tiempo y por ser tan perfeccionista en estas materias, estuve en el dilema de: hacerlo como debía hacerse, o «no hacerlo». Así es, estuve a punto de decidir dejar a un lado la práctica de Zazen, pero recordé que la vía del Zen, es «La Vía de en Medio». No sé si interpreté bien la frase, o la entendí a mi conveniencia, pero lo cierto es que, entre sentarme en un Zafu en la postura del loto y dejar el Zazen, encontré la solución sentándome en un «banco Zen» fabricado por mí y a mi medida.
Tal vez te preguntes qué significa lo de «un banco Zen a mi medida». Intentaré explicarlo.
La postura para sentarse en un banzo Zen es principalmente la de Seiza; la cual conocen muy bien los practicante de Artes Marciales como yo. También nos podemos sentar en el banco en las posturas tradicionales Zen, siempre que sea de baja altura, pero ya he comentado que el banco Zen es para personas que no pueden adoptar dichas posturas.
Antes de seguir, hago una reflexión:
En esta página os hablo de «ZAZEN» que significa: Za=sentarse, Zen=meditación (concentración); o sea, meditar sentado, y pienso en todos esos seres humanos que no pueden sentarse. De igual modo, si os hablo de estirar la espalda y hundir el mentón, me acordaré de quienes por accidente, enfermedad o genética, poseen una espalda curvada hacia delante (cifosis dorsal). Y cuando os hable de alinear los pulgares sin formar montañas ni valles, me acordaré de aquellos/as a quienes les falta un dedo pulgar o incluso los dos. No tengo ni el conocimiento ni la autoridad para dar el consejo más apropiado a estas personas, pero me atrevo a comentar, que mientras tengan la capacidad de concentrarse y trabajar con la respiración, «pueden llevar una vida Zen«. Los que no tenemos estos inconvenientes, debemos sentirnos «afortunados».
Y ahora sigo…
La altura de nuestro banco Zen, debe permitirnos colocar nuestros pies por debajo del asiento; por lo tanto necesitamos una «altura adecuada y personalizada», ya que la medida de nuestros pies así como la flexibilidad y movilidad articular del tobillo, no es la misma para cada persona. Con las medidas del asiento ídem de lo mismo; sin intención de hacer un «chiste malo», no todos los «traseros» son igual de grandes. Y después está el tema de «la inclinación» del asiento, ya que cuanto más altura tenga nuestro banco, la línea que forman las piernas buscando el asentamiento de las rodillas en el suelo será más inclinada. En este último apartado, podremos compensar esa inclinación, colocando un soporte que eleve la altura de las rodillas y así, no necesitaríamos aumentar la inclinación de nuestro asiento.
Todas estas explicaciones quedarán más claras si las muestro en vídeo. Cuando encuentre el momento me pondré a ello.